Gabriel Cuello, jefe del Departamento de Enfermería del Centro Geriátrico Hogar San José nos cuenta sobre la importancia del valor de la responsabilidad en la atención cotidiana que reciben los adultos mayores que residen en este centro administrado por la Orden Hospitalaria en la provincia argentina de La Rioja.
La responsabilidad se considera una cualidad y un valor del ser humano. Se trata de una característica positiva de las personas, que son capaces de comprometerse y actuar de forma correcta. Podemos decir de forma sencilla que la responsabilidad es ser capaz de responder, corresponder con la necesidad del otro.
En el Hogar de Ancianos San José la responsabilidad es compartida entre los Hermanos Hospitalarios, quienes animan y dirigen el centro, y los Colaboradores constituidos por los profesionales y todo el personal de esta obra apostólica.
Teniendo en cuenta que la responsabilidad es una habilidad para responder, como equipo nos disponemos siempre al aprendizaje de la misma para ir creciendo en nuestro compromiso.
Partiendo de la consideración de la persona como valor final, nuestra responsabilidad esencial es mejorar la calidad de vida de las personas mayores, proporcionándoles un servicio asistencial cálido, considerado y acorde a su dignidad; prestando, además, a los familiares el apoyo emocional, profesional y espiritual que necesitan; entablando con ellos una estrecha relación que nos haga merecedores de su confianza.
En el trabajo diario, insistimos en el respeto y la reverencia ante el dolor y el sufrimiento de cada persona que asistimos.
Como equipo estamos convencidos de que para sentirnos responsables del otro es necesario tener una experiencia de desprendimiento de sí mismo; una decisión de elegir en cada encuentro ponernos en el lugar del otro y asistirlo desde su marco de referencia.
Al reconocer nuestro yo como ser único y capaz de sufrir y también al prójimo como persona única y vulnerable al dolor y al sufrimiento, surge una responsabilidad que en primer lugar podríamos nombrarla como un imperativo categórico; no obstante, para nosotros es una llamada para expresar el amor misericordioso enseñado con el ejemplo por Jesucristo en los evangelios y por San Juan de Dios en su hospital de Granada, España.
El amor misericordioso es mucho más que la profesionalización de las virtudes de la empatía y de la compasión. Se funda en un encuentro personal del profesional con su propia autenticidad, la cual supone una dimensión explícitamente espiritual, exige orientar su vida y ejercicio profesional desde el principio de ubicar en el centro de atención a la persona que sufre, aplicando ese principio en la vivencia de los valores como por ejemplo la hospitalidad y responsabilidad.